EDUCATION & COACHING EXPERIENCES

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divendres, de febrer 16, 2007

"LAS COSAS COMO SON": DIFERENCIAS ENTRE SER CLARO Y SER DURO

Muchos entrenadores jóvenes (y también otros no tan jóvenes que han hecho de esta vía su modus operandi), atemorizados ante la posibilidad de la insubordinación, prefieren ser duros con sus jugadores antes que ser claros. Los jugadores a menudo les juzgan por sus excesos y también a veces por su falta de coherencia. Un día ven una reación excesiva a un error o un gesto suyo, no encuentran explicación a ese arranque tan enérgico y desproporcinado.

Otros entrenadores, ante el desconocimiento o el miedo de lo que supone ser claros (con la ventaja de apuntar a las cosas tal como son), se "ausentan" de los entrenamientos y deciden no ser ni duros ni claros. Los jugadores les ven carentes de energía, de decisión, y los intuyen allí sólo en cuerpo (pero no con la energía y presencia suficiente). Si no hablan, si se quedan mudos los jugadores no pueden notarles allí, pendiente de ellos/as.

También ocurre con una pequeña proporción de entrenadores que, en el trajín de lo de ser duro hasta lo de no ser ni duro ni claro, descubren cómo funciona bien la gente. En la claridad reside la clave para entendernos mejor juntos, ya que la imagen de lo que es el equipo, de lo que hace cada persona es el mejor aval para que cada uno se de cuenta de sus flaquezas y decida (o no) cambiarlas.

Cuando las cosas se dicen como son, sin gritos ni aspavientos, aunque aparentemente seamos duros somos, a fin de cuentas, claros. Nos cuesta ser simplemente claros por que nos da la sensación que estamos siendos duros cuando, en el fondo, sólo estamos describiendo o preguntando sobre aquello que hay.

El peso de la claridad en los acontecimientos, en la relaciones, nos puede apesadumbrar, pero es sano para la persona y para las relaciones decir las cosas como son. El primer paso es adquirir la mirada que nos permite ver el mundo de manera clara, sin enjuiciar a la persona apresuradamente ni dibujar lazos causales lineales que limiten nuestra percepción. Cuando nuestra mirada es abierta y preguntamos a la persona el por qué de su comportamiento se nos abre, con diáfana claridad, el panorama de lo que ocurre.

Así los límites y quién los marca (el entrenador/a) pueden estar más claros cuando vemos las cosas como son. Los que están trabajando conjuntamente y limitados por la norma impuesta (los jugadores/as) la aceptan con naturalidad, ya que perciben que los acontecimientos y las relaciones son tratadas como son.