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dimecres, d’octubre 07, 2009

DOS ESTRATEGIAS BOICOTEADORAS EN LA GESTIÓN DE CLUBES

Este artículo está escrito en dos momentos. Voy a tratar de buscar las conexiones entre uno y otro para hablar un poco de Dirección Técnica y del trabajo de los directivos:

Martes 1 de setiembre de 2009

Hacia finales de agosto me encontré en la gasolinera con el dirigente de un club de baloncesto del Maresme en el que estuve trabajando un par de meses como Director Técnico. Paso fugaz, por cierto, entre otros motivos por la falta de respaldo de los directivos a los técnicos, así como del poder de los padre en el día a día del club y la agenda que se marca.

Mientras repostaba en el surtidor él se me acercó y me dijo: "Cómo le ha quitado jugadores nuestro Director Técnico al club X". Yo me hice el despistado, ya que aún y sabiéndolo, no me gusta posicionarme sobre un asunto donde tengo informaciones vagas o muy condicionadas por el punto de vista del que me lo ha explicado (de la parte interesada).

A tenor de mi falta de arrojo o interés, el dirigente añadió: "Nos hemos llevado dos infantiles y algún junior. Ahora no puedo ir por el pueblo, me encuentro con el entrenador de los infantiles y me dice que qué estamos haciendo". Él seguía con su monólogo y yo con el repostaje. Para acabar añadió: "Pero yo le dije que a mí qué me estaba diciendo, ¡que yo soy un miembro de Junta! Ahora, que si alguien me pregunta, pienso que no está bien".

¿Cómo se puede actuar con esta irresponsabilidad? ¿No es el código ético de los técnicos algo que sí debería interesar a los directivos? La verdad es que la estrategia tipo Poncio Pilatos de escurrir el bulto, o lavarse las manos, me parece una solución muy desacomplejadamente irresponsable. Si eres directivo o dirigente, lo que corresponde es ser imagen del club y velar por esa misma imagen y proceder. No puedes nombrar impunemente los movimientos de tu propio club como si no mantuviesen ningún tipo de relación con lo que haces como dirigente. Vamos todos en el mismo barco, ¿o no?

Martes 6 de octubre de 2009

Si bien es verdad que se puede optar por la estrategia de lavarse las manos o de escurrir el bulto, también hay otras medidas más insidiosas que se pueden tomar en la gestión de un club. Ahora quiero referirme a el papel del Director Técnico y me quisiera referir a lo que hace un Director Técnico cuando no sabe cuál es su trabajo.

Ocurre en las mejores familias que hay algún vástago que, desdichadamente, no es ducho en ninguna tarea especial. Su ineptitud es lo que le confiere más peligrosidad a este sujeto, ya que en la medida que le encarguen alguna tarea, va a ir saboteando sistemáticamente a las otras personas a su alrededor a no tener ni la más mínima idea de cómo cumplir con su trabajo.

En el caso de un club imaginemos que hay una persona sin oficio ni beneficio pero que se le otorga una responsabilidad, un cargo en el organigrama. Si se comete tal error lo más probable es que se acabe pagando más tarde o más temprano. Una de las situaciones que ocurren es que, al no saber qué ni cómo responder a su trabajo, esa persona (en este caso un Director Técnico) lo que va a hacer es meterse en el trabajo de los otros. Si lo hace no es por primor por hacer cumplir con un plan curricular que ha pensado, sino precisamente porque no tiene idea de cuál es su cometido ni cómo debería organizarlo.

Me he encontrado con teóricos profesionales que sólo hace que poner palos en la rueda a los entrenadores, que se interponen entre ellos y los jugadores, que juegan a ser los esbirros de los directivos o los que simplemente abren y cierra la instalación deportiva. Y son gente que cobran, y que tienen algo, ni que sea un poco, de crédito.

¿Cómo es posible que estas personas campen a sus anchas, interrumpiendo entrenamientos o atentando contra el encuadre de trabajo que dibuja el entrenador/a? A mi cada vez me sorprende más que se cuente con estas personas sin profesionalidad alguna, que venden humo y que, para más desgracia, sólo saben participar de la vida del club comiéndose el espacio de los entrenadores o en otras ocasiones entrando en relaciones de seducción con los padres y madres, con los que pueden llegar a armar coalición contra algún entrenador/a que se pone en la picota y se le asigna el rol de chivo emisario.

Ambas situaciones revelan boicots que se dan desde dentro de la misma organización, vías de agua que anuncian (aunque la orquesta siga tocando) que el barco se está hundiendo. Algo que si no nos damos cuenta a tiempo va consumiendo y empeorando el tipo de relaciones instituidas dentro del club, que cada vez resultan menos saludables, más patológicas.